El olor a libro nuevo siempre ha sido uno de mis favoritos, al igual que el inconfundible olor de los lápices y los cuadernos nuevos. Estos olores marcaron desde la infancia el inicio del año escolar. Ellos representaban las expectativas del año nuevo, quizás más desde lo personal que por lo académico. Pues desde entonces con la mente en la luna y la rebeldía propia del inconforme ya intuía que en algún momento de mi vida tendría que desaprender lo aprendido. Con los años me daría cuenta que muchos de los conocimientos impartidos en el colegio de poco servirían para enfrentar la dureza de la vida.
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El olor a libro nuevo siempre ha sido uno de mis favoritos, al igual que el inconfundible olor de los lápices y los cuadernos nuevos. Estos olores marcaron desde la infancia el inicio del año escolar. Ellos representaban las expectativas del año nuevo, quizás más desde lo personal que por lo académico. Pues desde entonces con la mente en la luna y la rebeldía propia del inconforme ya intuía que en algún momento de mi vida tendría que desaprender lo aprendido. Con los años me daría cuenta que muchos de los conocimientos impartidos en el colegio de poco servirían para enfrentar la dureza de la vida.
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